Escrito por Poulette Covarrubias
El tráfico de animales en la Amazonía de Perú representa una crisis ecológica y moral que requiere una solución inmediata. El inmenso patrimonio natural de esta zona, que alberga especies singulares y ecosistemas que controlan la estabilidad del planeta, está en peligro debido al comercio ilícito de animales. Cada año se capturan miles de animales con el objetivo de ser comercializados como mascotas exóticas, decorar colecciones privadas o para la medicina tradicional. Tras esta práctica se encuentra una cadena de dolor y un efecto arrasador en la biodiversidad.
Este tráfico ilegal tiene consecuencias alarmantes. Para cada animal que llega a su destino, muchos mueren en el proceso de captura y transporte. Los animales capturados son sometidos a condiciones de hacinamiento, estrés y desnutrición, lo que provoca su muerte antes de ser vendidos. Aquellos que sobreviven frecuentemente terminan en manos de personas sin condiciones de vida adecuadas, contribuyendo a su deterioro y eventual muerte. Estas pérdidas tienen un efecto cascada sobre los ecosistemas, ya que muchas especies traficadas cumplen funciones clave, como la dispersión de semillas o el control de plagas, esenciales para el equilibrio ecológico.
En Perú, la situación es compleja. Según el Servicio Nacional Forestal y de Fauna Silvestre (Serfor), la mayoría de las especies capturadas en la Amazonía no salen del país; se comercializan en el mercado interno. Muchos de estos animales son vendidos como mascotas o utilizados en rituales chamánicos bajo la creencia de que sus partes tienen propiedades curativas. Este mercado interno facilita el tráfico a menor escala, impulsado por la ignorancia o la tradición.
Las leyes en Perú y en el ámbito internacional prohíben el tráfico de especies, pero la implementación y el control son insuficientes. La falta de recursos y personal especializado limita la capacidad de las autoridades para enfrentar el problema. Además, la corrupción y la demanda de fauna exótica en mercados extranjeros perpetúan el tráfico. Se estima que el comercio ilegal de fauna silvestre es uno de los negocios ilícitos más rentables a nivel mundial, después del tráfico de drogas y armas.
Una parte fundamental de la solución radica en la educación. Es importante que las personas comprendan que adquirir animales exóticos no solo es ilegal, sino inmoral, y contribuye a la destrucción de los ecosistemas. Las campañas educativas en colegios y medios de comunicación pueden ayudar a reducir la demanda. Además, fortalecer las sanciones y una cooperación regional más estrecha son cruciales para combatir el tráfico de manera efectiva.
La Amazonía peruana es uno de los pulmones verdes del mundo, y proteger su fauna es responsabilidad de todos. Si no tomamos medidas inmediatas, perderemos especies únicas y pondremos en riesgo la estabilidad del planeta. Es momento de actuar, fortalecer las leyes y trabajar juntos para preservar la Amazonía y su vida silvestre para las futuras generaciones.
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