top of page

A soltar...

Decir “basta” no te hace malo. Te hace real.

Uno da.

Da todo. Tiempo, energía, corazón.

Y lo haces sin esperar nada a cambio, porque así eres tú… porque crees que ayudar, estar, sumar, es lo correcto.

Pero llega un punto…

Un momento en el que algo dentro de ti te dice: ya fue.

Ya no puedes seguir cargando con lo que no es tuyo.

Ya no puedes seguir callando, aguantando, haciéndote el fuerte todo el tiempo.

Y entonces paras.

Te eliges.

Pones límites.

Y justo ahí, algunos te miran diferente.

Como si fueras el problema.

Como si por dejar de decir que sí, te hubieras vuelto el enemigo.

Pero no es eso.

Es que por fin abriste los ojos.

Y viste lo que no querías ver: que muchos se quedaron por lo que dabas, no por lo que eras.

Que algunos solo estuvieron mientras les convenía.

Y que tú, por bueno, por confiado, por noble… lo permitiste.

Y sí, cuesta aceptarlo.

Cuesta darte cuenta que fuiste parte de eso.

Que no pusiste un alto antes.

Pero también es parte del proceso.

Porque crecer duele.

Duele soltar.

Duele cambiar el chip.

Duele mirar al costado y ver que ya no están los que tú pensabas que iban a estar.

Pero así es la vida.

A veces te sacude fuerte para que despiertes.

Y cuando lo haces, ya no hay vuelta atrás.

No te sientas culpable por elegirte.

No estás fallando.

Estás sanando.

Y eso… eso también es parte del camino.



Comments


  • Facebook
  • X
  • Instagram
  • TikTok
bottom of page